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Siete de cada diez mexicanos padecen cansancio por estrés laboral

Siete de cada diez mexicanos padecen cansancio por estrés laboral

El burnout es contagioso y presenta características de ansiedad y depresión

Necesario trabajar en gestión de las emociones para afrontarlo, señalan especialistas

El 75 por ciento de los mexicanos padece síndrome de desgaste profesional -en inglés burnout-, superando en casos a países como China o Estados Unidos, señalaron especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Indicaron que, de acuerdo al Instituto Mexicano del Seguro Social, esta enfermedad, que comparte características con los trastornos de ansiedad y depresivos, es además contagiosa, «ya que estar cerca o visualizar a otras personas en situaciones de estrés puede aumentar los niveles de cortisol del observador”.

Advirtieron que este padecimiento es común en todo el mundo. Al respecto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), calculan que en el mundo cada año se pierden 12,000 millones de días de trabajo debido a la depresión y la ansiedad que experimentan quienes participan en el mercado laboral; esto significa, siguiendo sus cifras, que el costo para la economía mundial de este fenómeno ronda el billón de dólares.

Por ello, en 2019, la OMS decidió reconocer el síndrome de desgaste profesional como una enfermedad que afecta a los trabajadores de manera mental, física y emocional: “es un proceso de desarrollo que comienza con niveles excesivos y prolongados de estrés laboral, el cual produce tensión en el trabajador. El proceso se completa cuando los trabajadores afrontan defensivamente el distanciamiento psicológico del trabajo y se vuelven apáticos, cínicos o rígidos”, indicó el organismo.

De acuerdo al IMSS, las consecuencias a largo plazo pueden llevar al trabajador no sólo a una reducción de productividad y un descenso en la calidad de vida, sino también a problemas de salud física y/o mental, trastornos de depresión y ansiedad, conflictos en el seno familiar, riesgos de alcoholismo y otras adicciones.

Al respecto, Ingrid Vargas Huicochea, investigadora del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM, subrayó que mucho del malestar psicológico que se presenta tiene que ver con las circunstancias laborales, con la sobrecarga, con la frustración en el trabajo.

La especialista señaló que el síndrome de desgaste profesional está ligado a tres síntomas: 

El primero es que quien lo sufre experimenta cansancio, pero este no es físico sino emocional, y con el paso de los días se incrementa. “Me siento así aunque no haga nada”, comenta.

El segundo se manifiesta como una sensación de “voy en automático al trabajo”. “Es lo que se conoce como el componente de despersonalización, en el que el individuo, un poco para protegerse de todo el malestar y la frustración que está viviendo en el trabajo, continúa yendo pero como despersonalizado, no está ahí”.

Cómo tercer síntoma, explicó, el individuo experimenta “el abandono de toda realización personal. Platicas con él y no se proyecta a sí mismo, no hay un futuro, no tiene mayores expectativas. Está ahí porque no tiene otra cosa mejor, pero tampoco se ve a sí mismo en un crecimiento dentro de ese escenario laboral”.

En grupo también es posible identificar a un compañero afectado por el burnout: “el individuo en su trabajo está más bien aislado, tiene poca o intenta tener poca convivencia con los demás, se siente inquieto –tanto en el trabajo como fuera de él– y algo le preocupa constantemente, aunque a veces ni siquiera sepa de manera definida qué, pero se siente intranquilo por algo”, dijo la investigadora.

Asimismo, añadió, “está como nervioso, puede tener muchos miedos que antes no tenía y que ahora aparecen, sobre todo en forma de pensamientos muy negativos; cuando tiene que tomar alguna decisión, de inmediato su mente lo transforma en algo mucho más difícil de lo que realmente es, y la expectativa es que siempre salga mal, por eso empieza a tener temores y comienza a dejar de hacer más cosas de las que ya había abandonado. Suele haber cierta fragilidad emocional”.

Vargas Huicochea recomendó que, al identificar estas señales, quien las padece acuda con un especialista lo más pronto posible para recibir una valoración física y mental, y ser atendido de forma integral y oportuna. 

Por su parte, María del Rocío Morales Solís, académica de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM, indicó que resulta complicado combatir los efectos del síndrome de desgaste profesional entre los mexicanos porque la mayoría carece, por diversas razones, de inteligencia emocional para enfrentar este tipo de situaciones.

Esa alfabetización emocional, de acuerdo con Morales Solís, tiene que ser resuelta tanto por las empresas como por los trabajadores: “Hay una responsabilidad mutua. Antes de la pandemia, ya se vivía una desaceleración económica y procesos de inflación en nuestro país. Esto reduce la posibilidad de tener condiciones laborales idóneas”.

“Con tal de ahorrar, se han adelgazado los organigramas, así donde antes trabajaban cien personas, ahora hay 20. Es un impacto muy duro tanto para los que despidieron como para los que se quedaron. El síndrome de burnout tiene dos responsables. Primero, la gente de la organización, los que piden cubrir más allá de lo posible; es infrahumano, porque tú como persona cuando recibes las instrucciones no te sientes con la capacidad de decir ‘no, no puedo, mi organismo ya no puede responder’. Nos hacemos cómplices y esto lleva a una situación más difícil”, señaló.

La especialista mencionó que el machismo prevaleciente en nuestro país es otro obstáculo que impide a los trabajadores mexicanos tener una inteligencia emocional más adecuada.

“Es muy complicado que los hombres acepten que se encuentran viviendo saturados, porque sienten que es una posición que acaba con esa fuerza vigorosa, los puede llevar a una situación extrema. Los hombres no abren su sentir para no perder fortaleza. Debemos manejar mejor los procesos de capacitación, enseñanza y aprendizaje sobre inteligencia emocional”, apuntó 

“La mayoría de los mexicanos no buscamos trabajar la salud mental, sentimos desequilibrios internos –no estoy durmiendo adecuadamente, no descanso, me despierto más cansado, no tengo energía– que tendríamos que comentar con un especialista en salud mental. Todavía hay creencias que ven como algo debilitante acudir con un psicólogo, a terapia o al psiquiatra. Esto hace muy complicado trabajar el burnout en México y empezar a revertir sus efectos”, concluyó.

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